Investigadores del CIEFAP desarrollan un jugo funcional a base de calafate fermentado, destacando sus propiedades antioxidantes y su potencial para inhibir enzimas relacionadas con el síndrome metabólico. Este avance promete responder a la creciente demanda de alimentos saludables y mínimamente procesados.
En los laboratorios del Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (CIEFAP), la bióloga y becaria CONICET cofinanciada por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de Chubut, Brenda Sede Lucena, ha publicado su primer artículo científico, generando un gran aporte para la alimentación saludable. El equipo de investigación ha logrado identificar bacterias que permiten producir una bebida funcional con propiedades antioxidantes a base de calafate, enriquecida con bacterias autóctonas, innovando en alimentos saludables y promoviendo el desarrollo regional.
El calafate (Berberis microphylla), un arbusto nativo y endémico de la Patagonia, es conocido por su alto contenido de compuestos fenólicos, que le otorgan propiedades antioxidantes superiores incluso a las de los arándanos. La información producida por Lucena y su equipo interinstitucional, que estudia cómo aumentar las propiedades del calafate a través de bacterias, se detalla en su primer artículo científico publicado en la revista Plant Foods for Human Nutrition, titulado "Nutracéuticos a base de calafate fermentado con alta capacidad antioxidante".
La investigadora oriunda de Ingeniero Jacobacci, Río Negro, estudió biología en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y, desde hace 4 años, forma parte del equipo de investigadores del Área de Fitopatología y Microbiología Aplicada del CIEFAP. Desarrolla su trabajo sobre fermentación del calafate con la guía de su directora, la Dra. Micaela Pescuma, y la colaboración de la Dra. Julieta Burini y la Dra. Clara Bruzone del IPATEC (CONICET-UNCo), con el apoyo de otras instituciones como el CERELA (Centro de Referencia para Lactobacilos).
“Lo que buscamos es hacer un súper jugo con un recurso autóctono como el calafate, que tiene muchísimos antioxidantes. El fruto, por sí solo, tiene principalmente una alta concentración de compuestos fenólicos que le dan este poder antioxidante y, además, tiene propiedades antiinflamatorias, vasodilatadoras y actividad inhibidora de enzimas relacionadas con el síndrome metabólico, que incluye enfermedades como la diabetes y la obesidad; ayuda mucho a la salud”, describe la investigadora patagónica.
Y agrega: “Lo que buscamos es que, a través de las bacterias, los compuestos fenólicos estén más disponibles al momento de consumir el jugo, porque cuando consumimos el fruto solo, el organismo tarda un poco más en asimilarlo. Las bacterias, en cambio, rompen esos compuestos en moléculas más simples y los podemos asimilar más fácilmente”.
La investigadora relata que durante estos años de investigación identificaron cepas autóctonas del fruto, porque, si bien las bacterias lácticas se usan mucho en la industria alimentaria, lo que buscaban era usar bacterias autóctonas para que pudieran crecer más fácilmente.
“Hicimos pruebas de actividad antioxidante y de inhibición de enzimas relacionadas con el síndrome metabólico, que incluye enfermedades como la diabetes y la obesidad, y tuvimos resultados favorables con todas las cepas, pero nos quedamos con una sola, que fue la que mejor resultado dio en todos los ensayos. Con esa cepa es con la que vamos a seguir trabajando para lograr el alimento funcional que buscamos”, comenta.
En el video disponible en nuestras plataformas, Brenda detalla los avances de su investigación y el impacto que podría tener en la industria alimentaria y la salud pública. Te invitamos a conocer más sobre este importante proyecto y su potencial para transformar la percepción y el uso de recursos locales.
Accedé a la publicación completa y conocé todos los detalles del artículo publicado en el siguiente enlace: LINK
Redacción: Carla Nowak y Federico Lagos (Área de Comunicación CIEFAP)
Fotos: Brensa Lucena, Area de comunicación CIEFAP